Cristina Sevillano Hernández
Escuela Politécnica Ing. Jorge Matute Remus
Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2019
RESUMEN
En la vida diaria nos encontramos con diversos casos que nos dejan con la inquietud sobre si en verdad podemos decidir sobre la vida y la muerte. Conozco un caso de una persona con un familiar muy cercano que nació discapacitado, a quien los médicos no le han dado muchas esperanzas de vida, puesto que con el paso del tiempo su estado de salud ha empeorado, así como sus dolores aumentarán. Ese paciente les dijo a sus padres y hermanos que, si la eutanasia fuera legal en su país, se la aplicaran; que si llegaran al caso de que también perdiera conocimiento sobre sí mismo, que no le hicieran vivir a la fuerza, que sólo quería una muerte rápida y sin dolor, porque no quería ser una carga para su familia. Según Aristóteles: “la buena vida debe enfocarse al bien individual y al bien de la comunidad” (Aristóteles). Esto resulta un dilema en la actualidad, pues en la cultura mexicana nos enseñan a sufrir y a no tomar decisiones en lo relacionado con nuestra ética y moral. Culturalmente no estamos preparados para aceptar ese tipo de temas.
Palabras clave: Eutanasia, vida, muerte, eutanasia voluntaria, eutanasia no voluntaria, buena vida.
A la eutanasia se le describe o considera como la muerte dulce, la muerte tranquila o la muerte llena de paz, que todos los enfermos desahuciados merecen tener.
“Del latín eu que significa lo bueno, y thanatos, es decir, “la buena muerte”, podemos definirla como la acción u omisión por parte del médico u otra persona, que tiene la intención de provocar la muerte del paciente terminal o altamente dependiente, por compasión y para eliminarle todo el dolor” (Postigo y otros, 2006). Por un lado, la eutanasia voluntaria, “como su nombre lo indica, tiene comocterística que se lleva a cabo con el conocimiento expreso del paciente” (Guerra, 2013). Por otro, la eutanasia no voluntaria es referida como “la que se practica no constando con el consentimiento de paciente” (Tomás y Garrido, 2007).
La eutanasia es un fenómeno que se comenzó a practicar en diversas culturas hace años, incluso se ha globalizado en algunas otras en la edad contemporánea. Por ejemplo, en la antigua Grecia se comenzó a pensar sobre el buen morir que se inclina a un fallecimiento digno, en particular sobre la ética y la moral. También consideraban que ese método de muerte, cuando los enfermos terminales lo elegían, sucedía porque eran personas sumamente fuertes de mente (Guerra, 2011).
Mi perspectiva hacia la eutanasia voluntaria es que puede resultar una buena opción, ya que el paciente decide sobre lo que quiere y lo que no; si quiere morir de una manera rápida, sin dolor y sin sufrimiento. Considero que al inclinarse por esa opción se quiere evitar alargar el sufrimiento, así como también el no padecer los dolores de la enfermedad y no ser una carga para sus familiares o personas cercanas a él. “Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado” (Cioran, 1997). Quienes se deciden por esa opción son los que se tomaron el tiempo de pensar sobre qué tan buena puede ser su muerte y al fin descansar y sobre qué tan mala puede ser durante sus últimos suspiros de vida. “El deseo de morir fue mi única preocupación; renuncié a todo por él, incluso a la muerte” (Cioran, 1952).
A la eutanasia no voluntaria no la considero adecuada, porque si la aplican a un paciente que aún puede decidir y no se lo consultan, los médicos no estarían ejerciendo la ética profesional. ¿Quién puede decidir sobre la vida de otro si aún tiene sus facultades mentales en buen estado?
Si, por otro lado, el paciente ya no está consciente de sí mismo y no tiene ninguna esperanza de vida o las pocas que tiene lo harán pasar la situación de una manera difícil y dolorosa, el que le apliquen la eutanasia lo consideraría una decisión correcta e inteligente. El familiar sobre el que recae la responsabilidad le está dando una muerte digna y sin dolor alguno que pueda sentir.
También existe la posibilidad de que el enfermo en fase terminal no esté en uso de sus facultades mentales y no tenga familiares que decidan por él. En este caso, ¿la decisión pasaría a los médicos? La respuesta es sí. Si los médicos aplican la eutanasia en un paciente en esas condiciones considero que están haciendo lo correcto y que su ética queda intacta porque están decidiendo darle muerte digna a un paciente solo (estos casos considerándolos en países donde sí es legal la eutanasia).
“La eutanasia consiste en quitar la vida, por acción u omisión, para garantizar una muerte digna y sin sufrimiento. Se trata de una muerte digna sin dolores a personas que no tienen ninguna o pocas esperanzas de vida llena de sufrimiento”
(Galisteo, 2013).
El filósofo Emil Cioran hace pensar sobre la vida y la muerte, hace ver las situaciones desde fuera, con diferentes puntos de vista, sin encerrarse en conceptos diarios, saliendo de las zonas de confort. Realmente es importante reflexionar sobre por qué las personas eligen la eutanasia. Es bueno ponerte en los zapatos de otra persona, tratar de entender por qué están tomando la decisión de quitarse la vida. Peter Singer dijo:
“Considera aceptable la eutanasia voluntaria bajo ciertas condiciones, que el médico previamente lo haya consultado con otro y estén firmes con su decisión y que el paciente esté muy bien informado sobre su estado de salud irreversible”
(Singer, 1995).
Uno puede desear que su vida termine si alguna vez se encuentra en una enfermedad dolorosa e incurable o un accidente donde haya perdido la razón, por lo cual no tendrías la capacidad para decidir. Tendrían que intervenir terceros que actuaran de acuerdo con la petición del paciente o realizar un acto de eutanasia voluntaria (Singer, 1995).
Concluyo que la eutanasia es un método muy bueno para morir, pero hay que tener la valentía suficiente para elegir esa opción, considerando lo bueno y lo malo una vez más en mente. Nadie tiene que influir en la decisión porque nadie te debe obligar a vivir o a morir, nadie siente lo de la otra persona. La decisión se toma porque ya se conoce la situación y el método que quieren que se aplique. Por lo tanto morirá humanitariamente, terminando con una vida llena de sufrimiento y agonías.
Si bien la eutanasia podría ser considerada suicidio, ya que la persona lo pide por voluntad, desde mi punto de vista es considerado como un “suicidio bonito”, pues siempre hay que ver las situaciones desde otro punto de vista, desde fuera, imaginarnos en la posiciones de los médicos, familiares cercanos y hasta del paciente; pensar en si nosotros haríamos lo mismo que ellos; entender su situación y así lograr entender por qué lo han elegido; comprender lo que sienten y lo que piensan y no sólo juzgar u oponernos sólo porque nuestros padres o nuestra religión dicen que está mal. Debemos sentir empatía y así tratar de comprender y darnos el tiempo de conocer más sobre esta situación y sobre este tema que no se debe tomar a la ligera. El ser humano tiene el derecho de decidir sobre su propia muerte, de acortar su vida o de seguirla viviendo.
Bibliografía
Aristóteles (s. f.). “Udemonismo, hedonismo, naturalismo, formalismo y utilitarismo”. Consultado en: https://www.monografias.com/ document/F3SEM5TFJDG2Z?lang=es
Cioran, E. (1952). Silogismos de la amargura. París: Tusquets Editores.
Guerra, Y. (2013). “Ley, Jurisprudencia y eutanasia.” Bogotá: Revista latinoamericana de bioética.
Singer, P (ed.). (1995). La eutanasia. Compendio de ética. Madrid: Alianza editorial. Consultado en: www.uca.edu.sv