¿No puedes verme, cierto?
Estoy viéndome. A diferencia de ti, puedo observar aún en mi mirada las huellas de tu agonía; te dije que me besaras.
Salgo del baño y me aproximo a la mesa, donde un rico desayuno me espera, en un restaurante a un costado del Mercado Corona, con una orden de exquisitos huevos a la mexicana, trozos de jitomate, cebolla, un poco de chile, mezclados con tres huevos, un puñado de frijoles, un café bien cargado y bolillos recién hechos. Mi sonrisa es grande, créelo.
¡Hmmm! Exclamo al ver mi platillo postrado en la mesa y la bella melodía de un señor tocando su organillo, entrando por la puerta principal.
Inhalo el aroma proveniente de mis huevos, los huevos de gallina, claro; por ahora me refiero a esos. Tomo el tenedor y en cámara lenta lo dirijo hacia mi deslumbrante almuerzo, lo encajo en el huevo. Lo mexicano se nota desde cualquier punto, lo levanto y atraigo a mi boca para empezar a procesarlo. Sólo me demoré en tragar mi saliva para recordar sus labios resecos siendo obligados a besarme.
Leslie Estefanía Macías González
Preparatoria Regional de Tala