Me escondo en las grutas del olvido
como quien se esconde después
del actuar ínfimo.
Te escondes, viva, de mi mano en búsqueda
de mi mirada hacia ti vuelta.
La vida es un juego de azar
de esconderse de correr
de no caer preso
y lanzarse pecho a tierra
cuando el tiroteo empieza.
Me escondo detrás de los árboles
como si pudiera tener su manto.
Una voz me dice, en cambio,
que mi refugio está en otros lados.
Bajo al agua y busco en la boca de los peces
pero el murmullo marino me dice: “run, run”.
Que corra.
Desacato la orden y nado a la costa
virgen, limpia, de arena blanca
El humano todavía no ha puesto su mano:
al llegar me echo como un perro libre,
como un humano cansado —como yo—
preguntando por el escondite.
Me escondo, te escondes
luego del actuar ínfimo
pero es que el pecado es insensato
y tan indecible
que ha de ser olvidado.
Yo también me refugié en el pecado
cuando lo benigno en dios no me bastaba.
Y puedo decir, ahora:
Me levanté y anduve, como Lázaro
sin que Dios me hablara.
Jesús Alejandro de la Torre López
Egresado del módulo de Mezquitic, de la Escuela
Preparatoria Regional de Huejuquilla el Alto