Apaleados,
tristes y desnudos
con las costras de sangre
supurando pus
un rebaño de pecadores
apilados.
No pueden ver nada,
el cielo les impide
con nubes de ceniza
encontrar la luz.
Así,
ahí
donde los hierros
de la mentira
se afilan.
Donde las vírgenes tejen
las redes de la ira.
Serán convocados.
Cecilia Jacqueline Navarro Méndez
Preparatoria 6