Heme aquí divinamente traído
jugando a ser poeta.
He olvidado
como todo ser que olvida
los secretos de la expresión
Y espero, como quien espera el banquete,
a la manzana hecha verso
que dijo me golpearía el cráneo
a las tres de la tarde.
Hoy fue el día.
Destapé mi nuca
y la ungí con los santos óleos;
quise ponerle una canasta
para recibir como es debido
a cualquier huésped vegetal.
Hubo de suponer que mi intención
no era acogerla una noche
menos un día:
supo que quería comer de ella,
fruto prohibido
o sacarle jugo
a su piel de poesía.
Luego supe pasado el mes
que había entregado sus dotes al viento.
Mismo viento, ¡oh, alabado!
¡Mismo viento a quien entregué mis sueños!
Alejandro de la Torre Solis
Preparatoria Regional de Huejuquilla el Alto Módulo Mezquitic