Ante el más terrorífico Titanic hundido
o a la caricia más radiante de la luna,
vientos infinitos, traicioneros y benditos
me acompañan en la embarcación de mi destino.
Siendo sólo una estrella viva en tierra,
anhelo tan sólo quizá ser como una pequeña gaviota
con un oeste fijo
con dos herramientas que solas navegan un cambio de nido.
Éste es mi navío,
aquel que naufraga en el mar de la vida,
aquel que en sueños mis triunfos realiza
y cadavéricamente se vuelven parte de la conquista.
Miro por estribor una nave a la vista
lo mismo me pasa si volteo por babor,
dirijo mi mapa observando la proa…
¿Qué raro?
Infinitos veleros en todo mi alrededor.
Sin obstruir el paso
dejando que el viento obedezca mi mando
me doy cuenta, no viajo en soledad
y probablemente nunca lo he hecho o jamás lo haré.
Sólo busco el claro perfecto,
aunque con trampas y atajos
el decreto de mi todo
me abrazará, guiará, acogerá.
Fabiola Alejandra Rodríguez Barbosa
Preparatoria 18