El preso de la maldad
será socorrido,
aquel a quien lo agobie su Dios
será aliviado.
Ella no enreda coronas de espinas
no engendra amarguras ni dolor,
deidad hablante,
astuta asesina
jueza que discierne entre el oprobio y la virtud.
Aconsejado por las alimañas,
asediado por las sombras
ceñido por la cintura de la cruz
las nubes se irán disolviendo,
y darán paso a la luz de absolución.
Aunque duela la espalda cuando cargues a tus muertos,
recogerás el trigo de tus campos, satisfecho.
Una vez que susurre en tus oídos,
los sentidos se abrirán en claridad
desplegará en el suelo un tablero de caminos.
Entonces, hablarán por turnos tus demonios y tu fe.
Selene María Flores Camacho
Preparatoria 12