Mi vida no es mía,
es tuya.
Puedes echarla al fondo del mar,
como comida para animales marinos y
carnívoros,
para que se hunda
y tenga como tumba
una profunda fosa salina.
Puedes quemarla
y esparcir al viento
las cenizas cristalinas,
echarlas a volar
al viento de este otoño de nostalgias
como aves libres de vida,
como diminutos ángeles sin rumbo.
Puedes quitarle la piel
y cubrirte con ella del frío
que promete ya el invierno.
Puedes abrirle las venas
y beber carmines aguas
de etílica poesía delirante.
Mi vida es tuya,
puedes colgarla en la pared
como un cristo malsano,
como un retrato del amor visible.
Puedes guardarla
en tu memoria,
como una luna de julio
o puedes guardarla en tu alma
como un fantasma
que en ti habita hasta el fin del universo.
Luis Enrique Solorio Salazar
Preparatoria 10