Como cuando el amor está en coma

Como cuando el amor está en coma
como cuando un ave cae de su vuelo
como cuando una madre llora o un niño muere
sabemos que nos tenemos y cuántas veces estuvimos ausentes
creí que el amor nunca se haría flaco. Tenemos una delgada línea que divide lo
que ahora es amor y odio; sentimientos opuestos, que pueden unirse cuando hay
una emoción tan grande, es incontrolable, implota y explota a la vez.
En ocasiones me lamenté por el momento en el que me permití escuchar tu voz
por vez primera, dulce soplo, dulce voz. Es tan nuestra tu melodía.
Escribí libros enteros con las puntas de tus cabellos
leí tu cuerpo días y noches
dibujaba labios sobre tu cuello temeroso.
Pero si yo sólo soy un epígono del amor
pobre bebé, han descubierto tu inocencia
pobre mariposa, han cuarteado tus alas frágiles, víctimas de sí mismas. Muere en
vida mariposa, revuélcate, huye, consigue nada por dar todo lo que pensabas que
era todo.
Los martes te recuerdo, los domingos te amo, los jueves te olvido. Te amo los
domingos cuando solías sonreírle a la pared, la misma pared que siempre miro,
cuando te recuerdo los lunes… miro la pared, te miro en ella, nos miro a los dos.
Tonta pared y tonto te amo pintado en letras amarillas sobre pintura amarilla.
Tonto yo, el mismo tonto que amabas los domingos cuando nos sentábamos en
nuestro sofá desgastado; ponías tus pies blanquecinos sobre nubes y jugábamos
como un par de niños.
Cuando te conocí tenías las mejillas rosadas, qué bien te sienta el rosa y qué bien
te sientan todos los colores.
Puedes volar si quieres, puedes bailar en el muelle con la falda larga que usabas
los domingos, cuando ya tarde le mirábamos el rostro a la luna, cuando poco a
poco las nubes descendían, sí, descendían. Nuestros ojos se hacían grandes y las
estrellas adornaban la cabellera de la noche, una dama profunda y misteriosa.
No debió menguar el amor
no quiero respirar otro aroma, no quiero dar de comer a recuerdos vagos.
Sombría es la vida de los recuerdos y hay diferencias abismales entre los aromas.
La tierra mojada me gusta, pero tu piel bañada en lluvia me desquicia, me
alimenta, me condena. Me encanta recordar a mi primera mascota, pero me
encanta más cuando te miras al espejo y te pones serena.
No debieron agonizar los días, no tenían por qué expirar las caricias que
transitaban por mi cuerpo, tus manos como gotas de agua implorando resbalar.
No debieron ultimar los instantes unidos.
Como cuando adornaba tu cabello y apagaba tus floreros. Tu cabeza, el más
agraciado jardín, hierbas sobre la frente, mariposas sobre los labios.
Como cuando te amaba, cuando te amaba y cuando te amo, cuando te amo y
exploto.

Patricia Guzmán Franco
Preparatoria Tonalá Norte