Ana Estefanía Reyes Barragán
Escuela Preparatoria de Jalisco
Participante del II Coloquio Filosófico del SEMS 2013
Abstract
Se presentan distintas posturas acerca de Dios y su existencia. El texto defiende postulados acerca de la posibilidad de su existencia basándose en la tesis de algunos filósofos que demostraron la existencia de un ser omnipotente, principio y fin del universo. Hace referencia a una esencia universal presente en la vida del ser humano que, aunque no pueda ser percibida, lleva a preguntarse sobre su misterio infinito; se contrasta que también otros autores pueden negar la existencia de Dios, ya que si Dios no puede ser visto, entonces no puede ser experimentado, ¿se puede probar racionalmente la existencia de Dios?
“Por rutina descalificamos testimonios que justifican atenuantes. Es decir, estamos tan convencidos de la rectitud de nuestro juicio que invalidamos evidencias que no nos confirmen en él. Nada que merezca ser llamado verdad podría haberse alcanzado nunca por ese medio”.
Marilynne Robinson. La muerte de Adán (1998), en Young, Paul. La cabaña p. 96
El hombre, desde su origen, se ha hecho muchas preguntas, pero la existencia es como un enorme palacio por recorrer, en el que cada puerta lleva hacia una nueva sala con más puertas y por lo tanto, a nuevas incógnitas. En un mundo complicado y confuso en el que el hombre debió comenzar a preguntarse el porqué de su exisencia y de todas las cosas, surgió la idea de que existían fuerzas más poderosas rigiéndolo, es de esta idea que nació la veneración. En cada pueblo se originaron distintas teorías religiosas a través de mitos y creencias sobre el bien y el mal, por ejemplo, en algunas culturas veneraban a los elementos, los astros y la naturaleza como dioses. Por otro lado, en algunas civilizaciones se manifestó un fenómeno de nueva revelación: la consciencia de la existencia de un ser supremo, un Dios omnipotente y sabio en lugar de miles de dioses.
El hombre moderno, al igual que el hombre de la antigüedad, busca una explicación completa al sentido de la vida. Los científicos intentan dar con un campo que explique todo. Pero más allá de la materia, el hombre encontró que existe el mundo espiritual y con él grandes incógnitas que exigen una respuesta ¿qué sentido tiene la vida?, ¿qué ocurre después de la muerte? Afirmar la existencia de un más allá y de la divinidad o que todo saber en doctrinas es pura ilusión, no resuelve el gran problema Hombre y Dios, sino que se limita a descartarlo y dejarlo de lado sin proponer solución. Por ende, se expondrá la siguiente incógnita frecuentemente debatida entre ciencia y fe: ¿es posible razonar a Dios? Lo primero es abrirse a la posibilidad de la existencia o no de Dios, preguntémonos sobre él descartando la idea de si es imaginario o no.
¿Se puede probar racionalmente la existencia de Dios?
Existen muchas teorías acerca de la vida, el origen del universo, la evolución y otras que generan más preguntas para el hombre, varios científicos se han enfocado en responder lógicamente estas preguntas para así poder comprender el universo. La ciencia puede darnos a conocer muchas de las respuestas a nuestras preguntas. Sin embargo, no es el único camino ni es omnipotente. No hay sabio en el mundo que pueda explicar por qué existe un átomo, o la dinámica y las velocidades increíbles de las partículas subatómicas, o la velocidad de la luz, o el Big-Bang. Grandes físicos y cosmólogos como Isaac Newton, Johannes Kepler, Albert Einstein, Paul Dirac, Werner Heisenberg, han afirmado que tiene que admitirse la explicación de un poder infinitamente inteligente y superior para comprender la materia y el universo.
Entonces, ¿cómo se llegó a la idea de que existe un Dios? Muchos filósofos, siglos antes de Cristo, se plantearon el mismo problema acerca de un ser supremo y omnipotente, tales eran estas ideas que cambiaron muchas de las creencias que se tenían, sobre todo creencias politeístas. Por ejemplo, Jenófanes atacó las creencias religiosas populares de su tiempo y se opuso a ellas proclamando que Dios era uno e inmutable; durante su época, la sociedad hacía a los dioses según sus perspectivas, y él mismo condenó la idea popular de que un Dios podía ser como un mortal: “Si los bueyes o caballos tuvieran manos y pudieran pintar con ellas y producir obras de arte, como lo hacen los hombres, los caballos pintarían las formas de los dioses como caballos, y los bueyes como bueyes… los etíopes hacen a sus dioses negros y de nariz respingada, mientras los tracios les ponen cabellos rubios y los ojos azules” (Jenófanes de Colofón en Enseñanzas básicas de los grandes filósofos, “La naturaleza de Dios”, p. 108). Partimos de este punto porque muchos creen que Dios es sólo una idea humana.
Tres de los más grandes filósofos de la historia, Sócrates, Platón y Aristóteles, tenían un pensamiento puro de Dios a pesar de las creencias politeístas de su época, de ellos quien destacó fue Aristóteles al mostrar varios postulados sobre la existencia de Dios. Aristóteles pensaba que había dos causas en el universo: acto y potencia. Para él las potencias son los actos que se realizan a sí mismos en el mundo de la materia, muestra rastros de la antigua idea griega de que la materia era viva. Él representaba esto con el ejemplo del roble, que es el acto, y la bellota, la potencia: la bellota crece hasta ser roble, realiza el árbol roble que estaba en ella como bellota, pero en potencia; al crecer ésta se esfuerza por convertirse en árbol roble, pero antes de la bellota existía la materia y una idea o forma de la bellota. Muchos se preguntaban: ¿esta serie continúa interminablemente? A lo que Aristóteles respondía que no, al final hay una forma pura y sin materia, lo que él llama un “motor inmóvil”, la última causa de todo movimiento en el universo. Así es el “motor inmóvil” de Aristóteles: mueve a los hombres, maneja la materia, pero él mismo es inmóvil, nada le afecta. Así, Dios es el centro hacia el que todas las cosas se esfuerzan y por tanto él es el principio unificador del universo. De aquí surgieron los estoicos y los epicúreos, cada uno tenía diferentes maneras de concebir cómo era su Dios, o dioses, con respecto a personalidad y quizá aspecto. ¿Esto quiere decir que el hombre puede decidir y saber quién es Dios? No, esto quiere decir que el hombre pretende jugar todo el tiempo a ser Dios, sin embargo, nadie puede definir con exactitud quién es Dios, y si pudiésemos: ¿qué habría de interesante después de haber descubierto uno de los más grandes misterios? Lo que si podemos plantearnos es si su existencia es irrefutable o no.
Tomás de Aquino se impuso la tarea de demostrar que el universo, como revelación de Dios, es racional, enseñó que los universales existen en los objetos particulares como la esencia de las cosas y fundamentó las cinco vías que demuestran la existencia de Dios; adoptó el pensamiento de Aristóteles para apoyar las doctrinas fundamentales de la iglesia: él decía que Dios es forma pura. Deducimos su existencia de los hechos de su creación. El hombre por el hecho de ser hombre no es perfecto, pero Dios es la perfección pura que el hombre busca alcanzar, Dios es guía y motor, algo que causa el equilibrio de todas las cosas por lo cual él se dirige ante nosotros por muchas vías, es intangible como materia, al igual que miles de objetos en el universo: intangibles pero existentes. Sin embargo, postulados como el de David Hume, quien se apoyaba en el conocimiento empírico, dan a considerar materia para el debate con las demás teorías, pues Hume indicaba que no es posible demostrar a priori la existencia de Dios, puesto que las cuestiones de existencia sólo se pueden decidir con la experiencia, nunca con el mero análisis de una idea.
La no existencia de un objeto correspondiente a una idea no es algo contradictorio con dicha idea: no es absurdo que no existan los triángulos ni las mesas, ni Dios. Pero tampoco nos sirven los argumentos a posteriori, ni siquiera el relativo al orden y finalidad en el mundo, que de todos es el mejor, puesto que parten del principio de causalidad que debe admitirse con restricciones: en realidad no existe la causalidad como una propiedad de las cosas, sólo encontramos sucesión, pues a un acontecimiento le sigue otro y nada más; en todo caso, podemos aceptar la existencia de vínculos causales pero sólo entre los datos de la percepción y nunca de cosas situadas más allá de estos. En este sentido: Dios no puede ser percibido, por lo tanto, para Hume, no existe. Esto contradice a Santo Tomás de Aquino, pues Dios es la causalidad de todo. Lo anterior nos conduce a una pregunta verdaderamente difícil de responder: ¿puede ser que Dios mismo haya creado la ciencia para debatirnos en el misterio de su existencia y negar incluso la misma? Fichte llegó a la conclusión de que el origen del universo es la razón universal, a esta razón la llamó Dios: “el proceso universal de la vida” que domina la conciencia de cada individuo. La moralidad exige la realidad de ese ser y por tanto, Dios existe.
Otros filósofos consideran a Dios como la energía, o como Schelling, la causa; él argumentaba que es imposible asignar a Dios los atributos usuales de personalidad, pensamiento, voluntad y otros parecidos. Aunque, por otra parte, Spinoza decía que podemos percibir sólo dos atributos de Dios: el pensamiento y la extensión, por eso conocemos a Dios mediante las ideas y los cuerpos. Sin embargo, todo ello no agota a Dios pues él es mucho más que esto y nunca podremos entenderlo por completo. Esta tradición nos lleva a preguntarnos si algún día podremos conocer a Dios en su totalidad; lo más probable es que no, porque Dios es inalcanzable y por lo tanto su misterio sigue y seguirá siendo infinito: continuaremos debatiendo imparablemente su existencia.
Es también natural creer que no existe Dios, pues somos seres racionales y necesitamos explicarnos la causa de todo. Sin embargo, Dios no puede ser visto pero existen caminos que nos conducen a Él. La pregunta entonces no es si Dios existe, sino más bien lo que consideramos que es y la posibilidad de si el camino racional es suficiente para acceder a Él.