La rutina

Cada día despertaba a mi esposa con un tierno beso en su frente, preparaba el desayuno y se lo llevaba a la cama. Después le ayudaba a cambiarse y le ponía su perfume favorito. Cada mañana me despedía de ella antes de ir a trabajar. Cada tarde terminaba de trabajar y regresaba a casa. Al llegar, ella me esperaba en el sillón viendo la televisión. Cada noche preparaba la cena, nos sentábamos en el comedor a cenar y le hablaba sobre mi día. Cada noche llevaba a mi esposa a la recámara después de bañarme y le ayudaba a ponerse su piyama.

Cada noche lloraba esperando a que ella regresara. Cada noche me arrepiento de haberla matado.

 

 

Vanessa Mardueño Zepeda
Preparatoria Regional de Autlán
Publicado en la edición Núm. 12