¿Es legítima la explotación de los países ricos hacia los países pobres?

Jairo Daniel García Romero
Escuela Preparatoria Regional de Colotlán
Participante del III Coloquio Filosófico del SEMS 2014 “Karl Marx”

Abstract
El progreso de la civilización enriquece a unas sociedades más que a otras; en la época del esclavismo, mientras naciones se desarrollaron en varios aspectos, las clases menos privilegiadas se sumergieron en la explotación y la pobreza. Sin duda la tecnología marca una diferencia enorme entre los países ricos y los países pobres, pues está vinculada a la materia prima que da riqueza y su intercambio y conocimiento, traen beneficio a los países, aunque a costos muy elevados: explotación de su gente y recursos naturales, y en consecuencia, la contaminación en todos sus niveles. Sin embargo, la tecnología no soluciona el problema; además de la dependencia política y atentar contra la soberanía, existe explotación; la prueba está en la pobreza y muerte de miles de personas sin la posibilidad de cambiar su situación. El problema no radica en la carencia de recursos, sino en la distribución. El capitalismo trata al trabajador como instrumento de trabajo, no como humano. Al respecto conviene plantearse la siguiente pregunta: ¿Es legítima la explotación de los países ricos hacia los países pobres?

“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo,
pero de lo que se trata es de transformarlo”.
Karl Marx

La tesis de este texto invita a la reflexión ética de todo ciudadano del mundo, puesto que es un tema que nos involucra a todos los habitantes del planeta tomando en cuenta que nos afecta de manera directa o indirecta. Por lo tanto es conveniente exponer las siguientes preguntas: ¿Es legítima la explotación de los países ricos hacia los países pobres? ¿Será legítima el hambre y la pobreza en la actualidad? En definitiva lo es, si entendemos como legítimo “lo verdadero”; puesto que es una realidad que el humano padece, y aunque existan los medios suficientes para eliminar esta explotación, la distribución de estos medios no es adecuada en el sistema capitalista que impera en el mundo.
Si bien hoy en día no existe la esclavitud del hombre como en el mundo antiguo, aún existen las mismas condiciones del pasado, los hombres no tienen ingresos suficientes que provean alimentación y buena salud física y mental, sin las atenciones y servicios que un humano requiere; aún hay miles de muertes por enfermedades que pueden prevenirse con un tratamiento de bajo costo, pero que desafortunadamente no pueden pagar personas con bajos recursos.
Si entendemos el concepto de legítimo como el adjetivo que se utiliza para determinar aquello que está “conforme a las leyes”, entonces la explotación es legítima y su legalización es evidente. La explotación laboral en adultos y niños, la mano de obra abaratada, la violación a los derechos humanos, la falta de libertad de expresión, el poco o nulo acceso a la salud, a la educación y a la soberanía nacional, también son problemáticas a tomarse en cuenta.
Visualizamos los factores que originan la explotación de un país a otro, desde una panorámica más amplia para así conocer la magnitud del problema.
Partiremos de la siguiente pregunta: ¿Por qué los países ricos son ricos y por qué los pobres son pobres? Se analizarán algunos de los factores que intervienen en el desarrollo de la civilización, considerando aspectos geográficos, sociales, políticos y culturales. Al respecto conviene mencionar que a través de las distintas épocas de la historia, existió la explotación de los humanos. Mediante el esclavismo, los hombres eran sometidos y azotados para trabajar durante todo el día, no eran considerados personas y morían como animales. La civilización y el progreso económico empezaron a crecer a gran escala gracias a la inmensa fuerza de trabajo a disposición de los amos, para levantar grandes cosechas y edificar ciudades enteras.
En este tenor, podemos apreciar cómo las civilizaciones se desarrollan con dos factores clave: la mano de obra y las materias primas. La mano de obra se conseguía al por mayor con la captura de esclavos en África y era a costa de la explotación a su lugar de origen y represión al crecimiento económico y social. Así mismo, podemos comprender cómo se desarrolló un desequilibrio en el progreso de las civilizaciones, mientras grandes imperios salían a flote muchas familias de esclavos se encontraban en extrema pobreza y apenas podían sobrevivir.
El siguiente gran acontecimiento fue el descubrimiento de América y con él se abrió un nuevo mercado marítimo mundial para el intercambio de mercancías (materias primas y esclavos) y por ende, nació una nueva economía burguesa que dio lugar al desarrollo conocido como la Revolución Industrial. Con este preámbulo, vemos todavía más claro cómo los factores geográficos y sociales han hecho ricos a algunos países y a otros no.
Si bien en cierto decir que los países pobres se benefician de la tecnología de los países ricos, también es cierto que es a costa de la explotación de sus recursos, de su soberanía y de su gente que esto es posible. En primer término, por los elevados costos de la tecnología. Es la explotación no sólo económica sino también política por sumisión, este hecho trae consigo un sentimiento de odio hacia los países ricos. Pero bien ¿son ellos los culpables de la pobreza de los países de tercer mundo? La respuesta es de manera objetiva: sí son los responsables y además culpables de que aún exista la pobreza. ¿Por qué culpar a las víctimas de su pobreza? ¿Acaso no es notable la abismal diferencia social? Y ¿por qué son tan indiferentes ante la situación?
La tecnología es una de las más grandes diferencias entre países pobres y ricos y se define como la capacidad de crear riqueza a partir de materias primas, mismas que en su mayoría son encontradas en países pobres que no las aprecian como útiles dado que no tienen la capacidad de convertirlas a tecnología y después a riqueza. Estos países no poseen el capital para invertir en exploración y transformación de la materia prima, es entonces cuando el negocio está en puerta, cuando ante esta necesidad se crea una oportunidad de progreso y desarrollo económico. Muchos países ricos carecen de materias primas, dado que durante mucho tiempo han explotado lo que tienen, incluso hasta depender de países subdesarrollados en ese sentido.
La explotación de los países ricos a países pobres, no es justificable pero sí legítima, desde el momento en el que observamos un entorno global. Desde esta panorámica: vivimos en el mismo planeta, deberían existir derechos universales para cada individuo donde cada decisión tomada por las naciones tenga un carácter global encaminado al desarrollo. No es posible que en pleno siglo XXI exista este grado de explotación, de pobreza, de hambre y de millones de muertes inocentes, de hombres que por tener la suerte de nacer en un país pobre, sin oportunidades, padecen y mueren en estas condiciones.
Al hablar de hambre, es importante mencionar que un alto porcentaje de la población mundial vive en “pobreza absoluta” entendida ésta como “condiciones de vida que se caracterizan de tal forma por una desnutrición, analfabetismo, enfermedades, entorno miserable, alta mortalidad infantil y una baja esperanza de vida, que se encuentran por debajo de cualquier definición razonable de decencia humana”. (Singer, 1995)
En contraste existe la riqueza absoluta:
Los que son absolutamente ricos no lo son necesariamente en comparación con sus vecinos, sino que lo son teniendo en cuenta cualquier definición razonable de las necesidades humanas. Esto significa que tienen más ingresos de los que necesitan para satisfacer de forma adecuada todas las necesidades básicas de la vida. (Singer, 1995)
Sin duda, los países ricos no se interesan por remediar la pobreza en el mundo; por el contrario, su prioridad es invertir en la industria tabaquera, el alcohol y el desarrollo de armas para la intervención a otros países, amenazando la soberanía de los pueblos. El hambre estructural es consecuencia de la falta permanente de alimentos, del subdesarrollo de la economía del país, de la sobreexplotación de los recursos naturales y de un estado de guerra permanente. En este sentido, aquellos países que están en dicha situación, albergan seres humanos que no tienen la responsabilidad de haber nacido en lugares donde hay pobreza y guerra, de vivir con temor y sin tener una idea clara del futuro, amenazados siempre con la constante intervención de otras naciones a sus países con distintos intereses. Si bien algunos son para ayudar al país invadido, otros son con intereses políticos y económicos.
Aunque el desarrollo de la civilización tal y como la conocemos hoy en día, requirió de años de trabajo y conocimiento, esfuerzo para desarrollar tecnología y generar riqueza, no todos los seres humanos se han beneficiado ante esta riqueza y tecnología; por el contrario, se ha abierto un abismo en el que el rico se hizo más rico y muchos pobres se hicieron más pobres. El problema no es sólo la falta de alimentos en los países pobres, es también una baja esperanza de vida y una desnutrición a edad temprana, lo que ocasiona daño permanente psíquico y físico. El 23 por ciento de la población mundial vive en pobreza absoluta, entendida ésta como la falta de ingresos para satisfacer las necesidades básicas de alimentación, vestido y vivienda.
Los datos muestran que el problema de la alimentación no consiste en que no hay suficiente alimento para todos, no es carencia de alimento el problema, sino la mala distribución, el hambre en el mundo existe porque las personas pobres no tienen lo suficiente para invertir en maquinaria para cultivar alimento, darle el tratamiento y cosecharlo, no poseen la riqueza para hacerlo. Y sus campos no producen, sus materias primas no tienen valor de utilidad. Además tampoco se pueden permitir comprar alimento de los granjeros en países ricos. Lo mismo sucede con la tecnología, si bien ésta trae consigo un desarrollo y productividad, los costos son muy elevados para un país pobre. Sin afectar las necesidades de los países ricos y su población, una transferencia de riqueza sería suficiente para acabar con la pobreza en el mundo.
El sistema capitalista no se basa en beneficiar a la economía local, no es su objetivo mejorar la condición de los trabajadores ni de su ecosistema, por el contrario, su objetivo es ganar más para manos del sector privado, no para los países pobres.

 

Bibliografía

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-Ricossa, Sergio, Diccionario de economía. 1st ed. México, DF, Siglo XXI, 2004.
-Echegoyen Olleta, Javier, Filosofía contemporánea, 1st ed., Madrid, Edinumen, 1997.
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